La loca historia del rodaje de El exorcista

18/05/2020 • Alicia R.

La historia sobre el rodaje de El exorcista y lo que significó para el público estadounidense de los años 70 es una auténtica locura. Contarla por completo nos haría estar pegados a la pantalla durante semanas, así que hoy vamos a centrarnos en una parte concreta de esa historia: la de un director novato, pero toca pelotas y un escritor al que no le importó saltarse alguna que otra ley para sacar adelante el proyecto de sus sueños.

La elección de Friedkin

Pero no nos adelantemos: empecemos por el principio. Aunque muchos no lo sepan, el primer trabajo “profesional” de William Friedkin llegó de la mano del mismísimo Hitchcock, en su antología de terror Alfred Hitchcock presenta (The Alfred Hitchcock Hour). Gracias a esta serie, Friedkin pudo rodar su primer largometraje, Off Season, filmado nada menos que en el mismo decorado de Psicosis, ya que la historia tenía cierto parecido. Hasta entonces, su experiencia se reducía a algunos anuncios y pequeños trabajos fuera del set, pero aquella producción le permitió pisar por primera vez un auténtico plató.

Y aunque cualquiera pensaría que, siendo un “novato”, se mostraría tímido o reservado, Friedkin era todo lo contrario. Tenía un carácter arrollador, tanto que no dudaba en soltar que algo le parecía “la mayor mierda que había visto en su vida”, incluso delante de quienes le estaban pagando. Evidentemente, esa sinceridad brutal le costó más de un despido y varios proyectos descartados.

Gracias a su trabajo en Alfred Hitchcock presenta, Friedkin recibió el encargo de dirigir el episodio piloto de una nueva versión de Peter Gunn, la icónica serie creada por Blake Edwards a finales de los 50. En aquel proyecto coincidió por primera vez con William Peter Blatty –autor de la futura novela El exorcista, quien había escrito el guion junto al propio Edwards.

Rodaje de El Exorcista
William Friedkin durante el rodaje de 'El Exorcista'

Friedkin con el carácter  que lo distinguía, criticó duramente el guión de la serie y no dejó de hacerlo hasta que finalmente Blake Edwards le dijo muy amablemente que podía irse por donde había venido. Sin embargo, esta actitud sorprendió bastante a Blatty que, en ese mismo momento tuvo claro que si hacía una película quería que alguien como Friedkin la dirigiese:

«Cuando llegó el momento de elegir al director de El exorcista, a quien yo quería era al tío que no iba a mentirme, o sea, a Bill»

La historia de El exorcista

Cuando Blatty escribió El exorcista, tenía claro que no quería ser como la mayoría de autores y mantenerse al margen de la adaptación. Él quería involucrarse por completo, por eso también asumió el papel de guionista de la película. Conocía la esencia de su novela mejor que nadie y no estaba dispuesto a permitir que se mancillara de ninguna forma Esto hizo que, fuese el mismo quien propusiese a Friedkin como director y que no aceptase un «no» por respuesta.

Sin embargo, la autoridad que tuvo Blatty en el proyecto no quedó simplemente en la elección del director.

Paul Monash, el productor de Dos hombres y un destino le hizo una oferta de 400.000 dólares más un porcentaje de los beneficios en taquilla para llevar a la gran pantalla a El exorcista, algo que lejos de entusiasmar a Blatty le hizo pensar que algo raro estaba pasando.

No se sabe cómo lo logró, pero Blatty descubrió que Monash ya había contactado con Warner Brothers para cerrar un acuerdo sobre la película, aun cuando él ni siquiera había aceptado su propuesta. Como es lógico, esto molestó al escritor que se las apañó para entrar cual espía al despacho del productor a recabar pruebas:

Rodaje de El Exorcista
Linda Blair y William Friedkin

«Me lancé sobre los archivadores. Estaban cerrados. Volvía a la mesa, abrí el cajón de arriba y encontré una llave. La probé, funcionó y encontré el original de la carta en la que Monash cerraba el acuerdo con la Warner Brothers».

Según relata el escritor, el acuerdo cambiaba por completo el guión: prescindía de los curas, cambiaba la profesión de los protagonistas y prácticamente no había nada relacionado con las posesiones.

Blatty contactó con su representante y este a su vez con la Warner para aclarar lo que estaba sucediendo y Monash se quedó fuera del proyecto:

«Así fue como me convertí en productor. El crimen sí da sus frutos», aseguró Blatty.

Rodaje de El Exorcista
Ellen Burstyn en 'El exorcista'.

Polémicas durante el rodaje de El exorcista

Cuando llegó el momento de dirigir El exorcista, Friedkin no estaba precisamente entusiasmado. De hecho, llegó a decir que el guion era «la mierda más grande que he visto en mi vida». El motivo por el que Friedkin pensaba así era porque pensaba que Blatty había «blanqueado» la historia original de su libro al quitar las blasfemias y las masturbaciones del guión de la película.

Ante las críticas, Blatty aceptó reescribir el guion para acercarlo más al tono de la novela. Sin embargo, había un punto en el que ambos seguían enfrentados. Friedkin quería que la película mantuviera cierta ambigüedad: que nunca quedara claro si la niña estaba realmente poseída o simplemente enferma. Para Blatty, en cambio, esa duda era inaceptable. Él consideraba esencial dejar claro que Regan estaba poseída y explicar por qué el diablo había decidido entrar en ella.

No obstante, Blatty terminó resignándose a las exigencias de Friedkin, lo que por un lado hizo que tuviésemos la joya que hoy en día tenemos y que por otro lado comenzase la mala relación entre el director y el escritor.

Cuando por fin se comenzó a rodar la película y a posteriormente proyectarse en las salas de cine norteamericanas, el revuelo que causó el filme marcó un antes y un después para la industria del cine pero eso ya es otra historia que quien sabe, a lo mejor pronto os la traemos.

Rodaje de El Exorcista
William Friedkin y William Peter Blatty

 

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