Descubriendo joyas: El otro (1972)
08/11/2019 • MISTERYMAN
Iniciamos nuestra sección Descubriendo joyas con un título que en su momento pasó un tanto desapercibido siendo visto como un pequeño resbalón en la carrera de su director, pero que el paso del tiempo, siempre sabio, ha puesto en su justo lugar, siendo hoy unánimemente considerada como un título clave del género. Nos referimos a El otro.
Robert Mulligan al mando
Antes de todo, pongámonos un poco en contexto. Nos encontramos en el año 1972, justo un año antes del taquillazo de El exorcista de William Friedkin. Al mando del proyecto, un cineasta de prestigio Robert Mulligan, (Matar a un ruiseñor, Verano del 42), no precisamente un especialista en el género que decidió realizar un relato con tintes psicológicos y sobrenaturales que ocurre casi en su totalidad a plena luz del día -Midsommar no fue pionera en esto por si te lo estabas preguntando-.
Pese a parecer una opción extraña, la elección de Mulligan como director se revela del todo acertada dando como resultado una de las obras más extrañas de su filmografía pero que, a su vez, entronca con las constantes de su cine. La película está basada en la novela del ex-actor Tom Tryon, un auténtico best-seller, de cuya adaptación se encargó el mismo autor no quedando muy contento con el trabajo del director.
Tras el gran éxito nostálgico que supuso Summer of 42, Mulligan continuó con su interés en la vida cotidiana estadounidense vista desde un punto de vista adolescente y en un escenario de época. Pero El otro también inició otro ciclo de títulos de terror psicológico sobre niños poseídos y dementes, entre ellos la citada El exorcista, La profecía o Halloween y que como precedentes tiene El pueblo de los malditos y La mala semilla.

'El otro': Un cuento de hadas oscuro
La acción de El otro (1972) se desarrolla en el idílico verano de 1935 en una granja de Connecticut. De fondo preocupante están la depresión y la sensacional historia en curso del secuestro y asesinato del bebé Lindbergh.
En primer plano, una sucesión de horripilantes accidentes ha afectado a la familia Perry y sus vecinos. Los animados gemelos idénticos de 10 años de edad, Niles y Holland (la única aparición cinematográfica de los gemelos de la vida real Chris y Martin Udvarnoky) se quedan con su abuela rusa Ada (Uta Hagen). La madre de los niños todavía está afligida por la reciente muerte accidental de su marido, y la abuela aparentemente psíquica, alienta al joven y sensible Niles a creer que tiene poderes empáticos especiales derivados de su herencia de Europa del Este.
La espiral de eventos violentos que el director irá introduciendo paulatinamente a través del juego de espejos entre el gemelo bueno y el malo será el punto de partida de un relato siempre ambiguo en el que se sugiere mucho más de lo que se muestra originando una atmósfera fantasmagórica y alucinante, casi como el reverso oscuro de un cuento de hadas.

Un filme eterno
Podemos decir que esta es una película que claramente se adelantó a su época dando lugar a una rara avis dentro del género, donde la película iguala en calidad a su material literario; si bien el giro de la trama resulta fácil de predecir para cualquier espectador avezado, la película es más ambigua que el libro, y eso a su vez lo hace mucho más perturbadora en múltiples niveles quedando para la posteridad una serie de rasgos estilísticos que han sido imitados por el cine de terror en los años posteriores, especialmente por una serie de cineastas (Amenabar, Shyamalan, Lyne, Anderson…).
Para redondear el conjunto, el trabajo del oscarizado director de fotografía Robert Surtees aporta una mirada cristalina y pulida que amplifica los malsanos juegos en los que se ven implicados los niños protagonistas; si a todo esto le sumamos una partitura aparentemente sobria y calmada de Jerry Goldsmith, que en el fondo esconde muchísimo más de lo que aparenta (un poco en consonancia con el filme) quizás esto nos ayude a entender un poco la vigencia de una película que ya es un referente del horror gótico y psicológico.
Que recuerdos la tenía completamente olvidada