La explotación de remakes y secuelas en el cine de terror: ¿A qué se debe?

20/01/2020 • Alicia R.

Aunque los remakes no son un fenómeno exclusivo del siglo XXI, lo cierto es que en los últimos años nos hemos acostumbrado a ver varios remakes o reboots cada temporada. A menudo se confunden con las secuelas, y la razón es comprensible: en muchos casos vuelven a contar la misma historia, con los mismos personajes, pero modificando algunos detalles o trasladándolos a una situación distinta aunque similar, lo que los acerca bastante al concepto de remake o reboot.

Con el tiempo —y tras los numerosos fracasos que han acompañado a este tipo de propuestas— se ha generado un rechazo generalizado hacia ellas. Sin embargo, no todo ha sido negativo. Títulos como La cosa (2011), Evil Dead (2013) o Mad Max: Fury Road (2015) han demostrado que aún es posible revitalizar una historia con acierto. El problema es que por cada acierto memorable también hay tropiezos difíciles de olvidar, como —y perdonadme por la palabra— la bazofia de Pesadilla en Elm Street (2010).

Quizá la razón por la que estos proyectos reciben críticas tan severas es porque apelan directamente a la nostalgia. Como dice el refrán, «cualquier tiempo pasado fue mejor», y eso es especialmente cierto cuando hablamos de películas que marcaron nuestra infancia o juventud. Por eso, la llegada de un remake rara vez se recibe con entusiasmo: la comparación con la obra original siempre pesa demasiado y, en la mayoría de los casos, la balanza no suele inclinarse a favor de la nueva versión.

La original siempre será la original, e intentar superarla o siquiera igualarla es una tarea casi imposible que solo en contadas ocasiones se consigue. Este tipo de producciones suelen moverse entre dos extremos: generar unas expectativas tan altas que resultan inalcanzables, o enfrentarse a un público escéptico que percibe el remake como una falta de respeto hacia la obra original.

Wrong Turn remake
Wrong Turn (2021)

Cuando además se trata de películas que forman parte de la infancia o la vida de alguien, la reacción se vuelve aún más personal. Para ese espectador es “su” película, y cualquier intento de rehacerla se interpreta casi como una profanación.

Si comparamos las películas más sonadas de 2010 y 2011 con las de los últimos dos años, veremos que un gran porcentaje corresponde a remakes, reboots o secuelas. Esta tendencia no es algo puntual: se ha mantenido estable a lo largo de toda la década, e incluso viene de antes.

Sin embargo, en el imaginario colectivo persiste la idea de que este tipo de producciones no solo fracasan en la crítica, sino también en la taquilla. Pero… ¿realmente es así?

Película Presupuesto Recaudación
Déjame entrar
20 mill
27 mill
Resident Evil: Afterlife
60 mill
300 mill
Scream 4
40 mill
97 mill
Feliz día de tu muerte 2
9 mill
64 mill
Halloween
10 mill
255 mill

¿Cuándo una película es rentable?

Se suele decir que para que una película sea rentable debe recaudar en taquilla al menos el doble de su presupuesto. Es decir, si una producción cuesta 10 millones, debería ingresar 20. Sin embargo, esa regla no es del todo cierta.

Cuando consultamos páginas como Box Office Mojo o buscamos en Google el presupuesto de una película, la cifra que aparece casi siempre se refiere únicamente a los gastos de producción: equipo técnico, actores, localizaciones, efectos, etc. Lo que suele quedar fuera de esos cálculos es un factor decisivo que, en ocasiones, puede costar tanto como la propia producción: el marketing.

Determinar la inversión exacta en promoción es complicado, pero se estima que, como mínimo, supone un 40% del presupuesto de producción. Así que, por mucho que Jason Blum insista en que sus películas se ruedan con apenas 4 o 10 millones, ten por seguro que esa cifra no incluye lo que se gasta en venderla al mundo.

Pesadilla en Elm Street 2010
Pesadilla en Elm Street (2010)

El coste en publicidad

En cuanto a los anuncios televisivos, colocar un spot en prime time —las franjas de mayor audiencia— puede costar entre 20.000 y 25.000 euros. En horarios o cadenas con menor alcance, la cifra baja, pero difícilmente será inferior a los 4.000 euros. A esto hay que añadir la duración: no es lo mismo pagar por un anuncio de 20 segundos que por uno de 60, mucho más caro. Si alguna vez te habías preguntado para qué sirven los teasers, ahora ya tienes una pista.

Pero la televisión no es el único frente en el que una película invierte su presupuesto de marketing. También están las marquesinas, bastante más asequibles, con precios en torno a 162 euros por semana. Y, por supuesto, los medios digitales. Sí: muchas de esas críticas de estreno o los tan llamativos “clips exclusivos” de ciertas películas suelen estar pagados, especialmente estos últimos siempre, siempre están pagados.

Estos son solo algunos ejemplos en España; imagina cada país con sus propias normativas y presupuestos. Está claro que el marketing no es barato, y eso de que Get Out costó únicamente 4 millones es, como mínimo, engañoso.

The Conjuring 2
The Conjuring 2 (2016)

Pongamos algunos ejemplos

Llegados a este punto, volvamos a la pregunta clave: ¿cuándo es rentable una película? Supongamos que el marketing supone un 40% del presupuesto de producción (una cifra orientativa, porque rara vez es exacta). Si una película costó 10 millones, el total real ascendería a unos 14 millones. Para ser “rentable”, debería duplicar esa cifra: es decir, recaudar 28 millones. Pero seamos sinceros: ¿alguien cree que 14 millones de beneficio son un éxito para estudios como Universal, Sony o Blumhouse? La respuesta es no.

Veamos algunos ejemplos:

  • Scream 4 duplicó su presupuesto y añadió unos 17 millones extra. Resultado: no fue rentable.

  • Feliz día de tu muerte 2 multiplicó por siete su presupuesto en taquilla, y aun así Jason Blum llegó a declarar: «No funcionó bien en taquilla».

Con estos datos, y aunque nunca podremos ser exactos, podríamos decir que una película debería multiplicar por diez su presupuesto para considerarse realmente rentable. Eso sí, hay que añadir otros factores: la venta a plataformas, la explotación en televisión y el merchandising, que en muchos casos son las verdaderas minas de oro de Hollywood.

Secuela Feliz día de tu muerte 2
Feliz día de tu muerte 2 (2019)

¿Por qué se hacen tantos remakes y secuelas?

La razón principal es la competencia. Con la irrupción de plataformas como Netflix, HBO, Prime Video y ahora Disney+, los creadores audiovisuales cuentan con más canales que nunca para llegar al gran público. Sin embargo, esa abundancia de contenidos plantea un problema: ¿cómo destacar entre tanto estreno?

Aquí es donde entran en juego las secuelas, remakes y reboots. Su mayor fortaleza es la familiaridad: el espectador ya conoce la historia, los personajes y, en muchos casos, siente una especie de compromiso con seguir sus aventuras. Y eso, para los estudios, significa una gran parte del presupuesto asegurada en taquilla.

Como resume Shana C. Waterman, directora de la división televisiva de One Race:

«La gente ya conoce a los personajes, les gusta la historia y siente una especie de obligación en seguir sus aventuras. Sagas, remakes, secuelas, precuelas… llámalo como quieras, pero todo se reduce a lo mismo: la audiencia sabe lo que se va a encontrar cuando se apaguen las luces de la sala».

Cine de terror Noche de miedo

Ahora bien, ¿vosotros qué pensáis? ¿Estáis a favor de este tipo de producciones que apuestan por lo conocido, o preferís que el género avance explorando nuevas historias y propuestas originales? 

¡Os leemos en comentarios!

Este artículo forma parte de Nightmares News, la revista independiente de cine de terror y fantástico.

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