Cure (1997): Lo que "el otro" Kurosawa nos enseñó sobre el cine de terror

02/04/2020 • Alicia R.

En 2020, en plena cuarentena y con más tiempo del que sabíamos manejar, muchos aprovechamos para ponernos al día con películas pendientes y descubrir joyas que habían quedado ocultas entre tantos estrenos. Aunque desde entonces Cure ha ganado notoriedad entre los fanáticos del género, en aquel momento eran pocos los que hablaban de esta obra que se ha convertido en una de nuestras favoritas. Por eso hoy rescatamos este artículo que escribimos cuando Cure nos voló la cabeza por primera vez.

Los inicios de Kurosawa

Pero empecemos por el principio. Cure es una película japonesa dirigida por Kiyoshi Kurosawa (no, no tiene nada que ver con Akira Kurosawa por si te lo preguntabas). Este director, aunque hizo varias películas antes de asentarse como el Godfather del J-Horror, inició su carrera cinematográfica totalmente alejado del género de terror.

Según ha contado en varias entrevistas, cuando empezó en la industria, varios productores le aconsejaron realizar «películas rosas», lo que en Japón son cintas de temática romántica, erótica o incluso X.

«Me dijeron que, para poder empezar a hacer películas comerciales debía hacer películas rosas. Yo no sabía nada sobre las películas rosas, no era un género que consumiera, pero decidí hacerlo».

Kiyoshi Kurosawa
Kiyoshi Kurosawa por The Japan Times

Más tarde le dieron la oportunidad de hacer películas de yakuza, hasta que finalmente pudo realizar su proyecto personal soñado, oscuro y bastante raro: Cure.

«Tuve que esperar bastante tiempo hasta que finalmente pude hacer mis propias películas, esas con las que soñaba hacer desde el principio».

Gracias a esta cinta Kurosawa obtuvo reconocimiento internacional y comenzó a asentarse como uno de los directores japoneses de terror más importantes. No obstante, sería injusto clasificarla simplemente como una película de terror. La obra de Kurosawa —y en especial Cure— transita entre géneros, hasta el punto de que muchos comparan su enfoque con el de David Lynch: una narrativa ambigua, atmosférica y difícil de encasillar.

Cure (1997)
Frame de Cure (1997)

Muchos consideran Cure un thriller policiaco con tintes psicológicos y elementos de terror. Y no es una etiqueta descabellada. Kurosawa se licenció en Sociología, algo que se refleja de forma evidente en su cine: sus películas no solo abordan la muerte como un fenómeno aterrador, sino también como una cuestión filosófica ligada a la soledad, la alienación y el aislamiento humano.

En Donnie Darko se dice: «Todas las criaturas de este mundo mueren solas». Esta idea atraviesa la obra de Kurosawa, y Cure no es la excepción.

Hablemos de Cure

En Cure, el inspector de policía Takabe (Kōji Yakusho) investiga una serie de asesinatos muy peculiares. Todos han sido cometidos por individuos distintos y aparentemente normales, pero comparten un mismo y macabro patrón: las víctimas aparecen marcadas con una “X” en el cuerpo y los responsables no recuerdan absolutamente nada de lo sucedido.

A pesar de que las pruebas no indican que haya nadie detrás y todos los asesinatos los hayan perpetrados personas diferentes, Takabe es consciente de que algo extraño ocurre, por lo que junto a su compañero comienza a investigar qué o quién puede estar detrás de estos sucesos.

Al mismo tiempo conocemos a un joven amnésico que vaga por la ciudad de Tokio y que va conociendo a cada una de las personas que minutos después de su visita cometerán un terrible asesinato.

En Cure vemos dos partes muy diferenciadas. La primera que podría considerarse un thriller policiaco en el momento en que Takabe investiga los crímenes, y la segunda en la que tanto Takabe y el joven amnésico se cruzan y todo comienza a volverse una película fantástica, bastante onírica y con tintes de terror.

Cure (1997)
El inspector de policía Takabe (Kōji Yakusho) junto a Mamiya (Masato Hagiwara)

Según contó el propio Kurosawa, la idea de Cure surgió tras ver un noticiario en el que un periodista entrevistaba a los vecinos de un hombre que acababa de asesinar a su mujer. Desconcertados, todos coincidían en lo mismo: era alguien normal, amable, incapaz —en apariencia— de cometer un acto así.

Entonces, el periodista afirmó que «todo el mundo lleva algo maligno en su interior». Aquella frase impactó a Kurosawa, pero no por el motivo que cabría esperar. En lugar de asumir que todos albergamos una oscuridad propia, reflexionó sobre la posibilidad contraria: quizá no es que tengamos un mal interior, sino que algo externo, desconocido e incontrolable puede empujarnos a actuar de forma terrible sin que seamos conscientes de ello.

El final de Cure

A partir de aquí vamos a entrar en SPOILERS, así que si todavía no has visto Cure, te recomendamos parar, verla y volver para contarnos si opinas lo mismo.

Cuando Takabe y el joven amnésico —Mamiya— se encuentran, descubrimos que este último estudió medicina y quedó fascinado por las teorías de Franz Mesmer, el médico alemán del siglo XVIII que formuló la idea del “magnetismo animal”, precursora de la hipnosis moderna. Así conocemos que Mamiya utiliza el poder de la hipnosis para hacer que personas de su alrededor cometan brutales crímenes. Esto se extiende como un virus ya que a pesar de que Mamiya esté en la cárcel su «poder» no desaparece.

Como espectadores, tememos por Takabe. Sentimos la amenaza constante de que Mamiya pueda corromperlo, arrastrarlo y convertirlo en una víctima más de esa especie de infección, sin embargo, eso no ocurre, aunque no sepamos muy bien el por qué Takabe parece inmune a ese virus, algo que Mamiya reconoce y que por ese motivo no deja de preguntarle «¿quién eres?». Aunque podríamos pensar que no lo reconoce por su amnesia queda bastante claro que esta pregunta es un poco más filosófica ya que le vuelve a repetir la pregunta pero diciendo su nombre, lo que denota que Mamiya es consciente de que Takabe es diferente a todos con los que se ha cruzado.

Con la muerte de Mamiya podríamos pensar que el virus se erradicó, pero esto no es así, pues ya lo poseía Takabe, y al contrario que los demás, él es capaz de dominarlo, algo que podemos deducir de dos cosas principalmente:

Cure (1997)
Cure (1997)

En primer lugar, el asesinato de su esposa. A mitad de la película ya vemos que Takabe vive atrapado entre el amor que siente por ella y la carga que supone su enfermedad. La cuida, sí, pero también sabe que aquella mujer ya no es la persona de la que se enamoró. En un momento clave incluso tiene una visión —o quizá un deseo reprimido— en la que la ve ahorcada, es el indicio de un deseo reprimido, una pulsión latente de librarse de esa carga emocional.

Por eso, cuando en el desenlace descubrimos que ella ha sido asesinada y que su cuerpo lleva la marca en forma de “X”, entendemos que la influencia de Mamiya no ha muerto con él. No se ha extinguido: ha encontrado un nuevo huésped en Takabe. No es víctima del virus —es su heredero.

En segundo lugar, el plano final. Cuando la camarera que atiende a Takabe toma el cuchillo, la película corta antes de mostrar nada… pero la insinuación es suficiente. No necesitamos ver el acto para entenderlo: la violencia vuelve a extenderse.

Esa escena sugiere que Takabe no ha destruido la influencia de Mamiya, sino que la ha heredado —y quizás liberado sin control. Todo aquel que entra en contacto con él queda expuesto. La cadena continúa.

Cure (1997)
Cure (1997)

La naturaleza incierta de Cure

Kurosawa no ofrece ninguna explicación lógica ni un motivo comprensible. Y precisamente ahí reside la fuerza de Cure. Igual que el protagonista, avanzamos a ciegas: no entendemos cómo Mamiya consigue, mediante hipnosis, que personas aparentemente normales cometan crímenes atroces. Tampoco sabemos qué impulsa a Mamiya a hacerlo. Esa falta de respuestas nos mantiene tan perdidos y desorientados como los personajes.

Lejos de ser un fallo, es un acierto rotundo. Muchas adaptaciones estadounidenses de cine japonés fracasan al intentar justificarlo todo, dar un origen claro, un trauma, un motivo “profundo”. En ese intento por explicar lo inexplicable, destruyen el misterio y la inquietud. Cure, en cambio, te obliga a pensar, a sacar tus propias conclusiones, a convivir con la incertidumbre.

En nuestra opinión, la conclusión que sacamos es poco esperanzadora. Kurosawa nos mostró que todos tenemos dentro a un asesino, una intención macabra de hacer daño al prójimo. La sociedad y las leyes que la rigen no nos permite a casi ninguno sacar ese instinto oscuro, pero este «virus» lo hace, nos deja ser nosotros, porque esa es la cura, la cura que nos permite ser nosotros, por eso nunca dejará de haber asesinatos, por eso Takabe ahora es el portador del virus, y después de él, lo será otro.

 

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